MATRIA OLMA, EL ALMA DE LA TRIBU

No conocemos un símbolo vivo tan poderoso, capaz de concitar tantos encuentros y aunar tantas sensibilidades. Es curioso que cuando hablamos con los paisanos de su árbol totémico, nos ponemos de inmediato de acuerdo. Hemos conocido mineros, ganaderos, cazadores, maderistas... que critícan de forma abierta cualquier cosa que huela a ecologista, pero defienden su olma, su tejo, su roble tutelar... con una pasión visceral. Tanto más cuanto mejor lo hayan conocido y vivido. Por ello, en esta batalla continua por la preservación de lo esencial, el símbolo se convierte a veces en medio y en fin. Ese alma colectiva que representa el árbol matriz, es un emblema identitario que va mucho más allá del propio árbol y el pueblo en el que habita. Se diría que de algún modo, la gente y su Olma, constituyen el climax de la relación del género humano con su entorno. No es extraño que estos árboles fueran los primeros templos en los que el propio templo vivo era venerado por su tamaño, ancianidad y presencia; pero también sedes de justicia y derecho consuetudinario y parlamentos o ayuntamientos donde se dirimían todas las cuestiones comunales. Sin embargo en nuestro libro podemos hacer también una ruta poética, leyendo los mil y un poemas que los paisanos dedicaron a su árbol, en una especie de comunión espiritual en la que el poeta llega a afirmar como Torga que el único verdadero poeta es el olmo/negrilho de la plaza de su pueblo. Quizá podamos afirmar que, en cierto modo, somos donde vivimos. Al pie del árbol madre comprobamos que el continente es tan esencial como el contenido, la gente como el hábitat... de ahí que por toda Europa la imagen del "gentilicio" con la que el pueblo se ha sentido identificado, es ese árbol que termina siendo también emblema central del escudo de regiones, comarcas o localidades. Si logramos recuperar el gran árbol central, pese a toda la inercia civilizatoria, habremos restablecido ese puente hacia la vitalidad y la naturaleza, esa presencia gigantesca que presidía los centros históricos de cada lugar, por siglos.

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